jueves, 29 de noviembre de 2012

13/07/08 07:25 p.m.

A veces es difícil saber la hora, el día, el mes en que uno vive.

Uno observa la desgracia a través del reloj cucú.

Cómo se gasta la vida mientras haces algo que en realidad no es lo tuyo.

Los  propósitos se escuren dictando momentos como granos de arena.

La única demencia existente, es la cotidianeidad.

Vamos, toma un respiro, dedícate a reptar, husmea los tobillos de la gente, su timidez, su coherencia, sus miedos.

Abajo está el abismo caníbal que demuestra que la luz púrpura era solo una guía, una mordaza.

Ven a verme, necesito un nuevo reloj, un nuevo propósito, una sonrisa fingida, un abrazo sin regaño.

El movimiento del cuchillo nunca dejará de estar presente mientras la fantasía se torna a flor de piel.

Si la mentira nebulosa se postra encima de nuestras cabezas ¿Quién se hará responsable? A quién podemos culpar de la muerte si es ella la que nos aborda segundo a segundo. Nadie provoca sus movimientos sigilosos. Nadie la tienta. La buscamos pero nunca esperamos su toque a la vuelta de la esquina, es por eso que es un misterio, una tragedia ¿quién es el responsable? Muchas veces lo es el estado, la religión, el fanatismo, un fantasma… ponle el nombre que quieras… nadie la define.

Ella tomó su auto y se fue como un bólido hacia el centro; me abandonó en una estación del metro mientras goteaba la melancolía de no saber a dónde ir. ¿Venir a casa? Este nunca ha sido mi hogar, pertenezco a otra tierra, tal vez a otro planeta. Yo duermo ahí donde tus sueños se vuelven incontrolables y temerosos. Donde encuentras el límite y el miedo, donde la confusión se torna realidad, donde la realidad se torna sueño. Este no es mi hogar, así que ten cuidado con lo que sueñas. No me gusta que me despierten a menudo.

Las moscas vuelan, los niños juegan afuera. La lluvia ha cedido un espacio al pavimento, a la ropa para que se seque. Virtualmente sigo siendo un cadáver. Vivo tiempos extras pero trato de encontrar un poco de comodidad.

Espero que  no haga esa llamada telefónica y pueda permanecer en este cofre sellado con esta máquina que me permite seguir escribiendo.

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