jueves, 29 de noviembre de 2012

16/09/08


Con el debido respeto de una añoranza y la ponzoña que guarda la bolsa de los secretos de la miseria y el ritmo de la consecuencia y la estupidez impregnada en la mente que maneja estas palabras, he de decir que el camino nunca dejará de ser duro y simple, y tortuoso y sacudidor.

La sangre debe sacudirse.

Rompe tu mente. Sacude tu sangre.

Alguien debe hacer algo por este mundo estancado. Y ese soy yo.

 Hago de todo esto un buen rato, un rato jodido.

Soy el hombre que te golpea, soy la mujer que te engaña, soy el amigo que se acaba tu bebida, soy el corazón que habita en tu casa y que ronca y gruñe, tu cabeza sana, tu espíritu enfermo. Mueve el esqueleto.

Que se prenda el último cerillo de la caja.

Que se acabe el último suspiro de amor.

Que camine la máquina y nos demuela cual palillos frágiles y sin garantía divina.
Que nos bese el odio.
Que no s acabe la cursilería llena de globos y corazones.

Mira tu espalda y date una oportunidad de saber quién eres a los ojos de los demás.

Te garantizo la guerra.

Vibra silente, ausente, en pie de hacer cualquier cosa a lo que estés dispuesto. ¡Clama!

Un gato negro trepando por tu espalda dirigiendo tus sueños.

Hay vagos en la calle que son dueños de ese felino.

Si puedes pronunciar la palabra “locura” serás uno de ellos.

Un ángel nocturno llega como si fuera un agente de seguros para analizar los daños.

 El silencio de la primavera es el testigo del fin de unos cuantos más.

 ¿Estás entre ellos?

Quisiera no terminar esta lista, pero esto debe tener un final decente.

Uno aprende a ser suave para no molestar los oídos de los demás, pero no puede evitar ser el grito de un enfermo que vive dentro de sí. Un robot, una conciencia maquinada, cocinada y…

Un gran cielo que hace llover plomo para los desconocidos.

 Un gran cielo que se abre a los impíos.

Un gran cielo que rechaza a los vacacionistas.

¿Te quedaste sin palabras?

¿Te sentiste aludido?

El señor de los cielos abriendo la tierra. El señor de los cielos lanzando relámpagos.

El señor de los cielos con sus tormentas mentales.

El señor de los cielos con un gran numero de juguetes.

Escoge tu veneno, escoge tu destino.

 Alienta estas palabras intoxicadas e inmaculadas mientras todos duermen. Mientras el trance del ciclo eterno nos absorbe cual hoyo negro.

El universo está en ti, pero si no pones atención a él, a ÉL le importas un carajo.

Este cuarto es un castillo de hielo, es mi reino.

Soy el rey de todo esto, tengo poder sobre mis paredes.

Mi corazón se ha desbordado en caricias y lamentos.

 ¿Qué puedo hacer? ¿Revelar secretos?

Soy un soberano ciego que ve derretir sus dominios.  Sus demonios.

El panorama se congela mientras trato de sacarlo a flote. Mi mente se seca como una hoja común en otoño.

Qué daño nos hacemos mientras volteamos a ver qué está sucediendo. Qué daño nos hacemos queriendo comprenderlo.

Esta es la última llamada, larga distancia.

 Se debe limpiar este asqueroso acto.

 Lejos de cualquier grotesco intento de un falso representante que brilla en girasoles y promete una gloria de centros comerciales y tránsito que surge del sur, al norte, como un sol de unicel y que nos dice que este día es verdadero y que nuestros actos significan.


Los edificios crecen mientas se colapsan con los valores y la moral quebrantada de miles de años que no han conducido a nada.

Serpientes enredas en el cuello del hijo de dios, un empresario que no puede pagar por la vida de su familia mientras el acceso a la Babilonia se abre… incrementando lo perdido. Lo que ves es el acceso.

Te estoy observando, pero tú no lo sabes. Te estoy observando pero tú no me puedes ver.

Esta es la despedida, el cierre.

La harina se ha sublevado más allá de lo esperado.

A este pastel le hace falta yerba para poder cuajar correctamente.

Seguiremos en la búsqueda eterna de las sensaciones y las verdades a medias.

Simplemente quise hacerlo de tal forma que mi torturada y gozada alma tuviera un momento. Un dulce sueño donde no significara nada mi persona, ni la tuya, ni la de nadie.

Pronto llegará el silencio, pero tenlo por seguro, no estaremos callados.

Quedaremos sordos, y ciegos, y hambrientos, y arrastrados por la marea. Buscaré mi vista en los ojos de las gaviotas, que desesperadas buscan cazar un pez lleno de secretos; implica seguir vivos, en el negocio, en la movida, en la historia, en el destino.

Dios debe estar enterado de esta conspiración. Estamos ciegos. Sin embargo, aún tenemos el tacto del espíritu.

Mensaje para el creador:

Cabrón, si sientes un poco de vergüenza, deberías de desaparecer, y mandar una señal que acabe con esa venda de la cual tu hijo homosexual y promiscuo fue un santo y murió por una causa que ha provocado 1000000 millones de muertes en tu nombre.

Ten el valor de dar la cara.

Te gusta el rock y no lo puedes negar.

 Tu verdadero hijo está en el subsuelo. Retando y aceptando, tan lejos, tan cerca….

Ten el valor de enfrentarlo… ten el valor de enfrentarme… Padre…

Atte.
YO


Esta no es la última jugada (puede ser).

Creo que puedo (debo) ser el profeta de mi Apocalipsis. Ser el sobreviviente, el niño consentido de esta catástrofe. El ángel oscuro que cae y llama a gritos el alimento para el mundo.

En realidad me importa un carajo. Soy un médico que sana las alas de los ángeles caídos en este lugar sin tiempo. Los alimento, los cuido, los sano y los recluto en mi ejército inexistente. Sólo quería cerrar este asunto pendiente.

Ella me enseñaba las piernas mientras me entrevistaba para conseguir un trabajo como periodista. Era argentina, rubia, delgada, una delicia como de 1.80… una delicia frívola.

-          ¿Qué te gusta hacer? –
-          Escribir…
-          ¿Podrías mandarnos alguno de tus textos? –

No respondí.

Caminé por Reforma. Eran las doce del día.

 Me aflojé la corbata y me dediqué a ver el espléndido catálogo de culos oficinistas que ofrece la Ciudad de México a esa hora del día. Todos entallados en sus trajes sastres. Todos cuidados en ensaladas de anorexia, bulimia y un poco de ejercicio (sin olvidar los altos tacones).
Me pregunté: ¿pertenezco a esto?

No respondí.

Tenía algo por hacer. Algo inconcluso que tal vez nunca llegue a finalizar.

Tal vez envíe esto a su revistita de negocios.

Tal vez ella lo lea.

Tal vez le de asco tanta blasfemia.

 Tal vez lubrique mientras lee mis palabras.

Tal vez me llame para concertar una cita en su departamento.

Tal vez me hable para maldecirme por escribir tanta pendejada.

Tal vez me escriba para verme de nuevo a la cara y conocer el aspecto del engendro que dio vida a esto.

Tal vez me dé trabajo.

Tal vez este texto le quite el sueño un par de días.

Tal vez le valga madres.

Pero eso a mí no me importa.

¿Te importa a ti? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario